No terminaba de gritar, ¡hostia! cuando ya el primero había irrumpido en mi buhardilla rompiendo el cristal de la puerta corrediza. Entraron por el balcón. El sordo del piso de arriba debe haberles dado acceso. De otro modo no sé como en los cielos lograron estar allí justo en el momento correcto. Una vecina me lo había advertido, que mis conjuros se escuchaban, al menos entre los apartamentos cercanos. Alguien me estaba vigilando hacía tiempo. Ese bendito sordo. Estoy seguro que escucha. Por sus frutos los conoceréis.
También me habían contado las historias, hasta ese momento inverosímiles, del Comando de Restauración del Estado Espiritual. La primera vez que supe de ellos fue en esta misma barra. La bartender había cumplido 3 años de penitencia por romper una Biblia. En verdad la había reciclado. Era de su devota abuela que acababa de morir y le había dejado en herencia su Biblia. Le encomendó la leyera para que fuera salva ella y su casa. Que el señor podía, por fe, quitarle hasta los tatuajes así como a ella, por la oración intercesora de un conocido apóstol, le había platificado una muela. Claro, en tiempos en que el CREE no hacía falta. No quiso hacerle desplante a la abuela por lo que se le ocurrió usar las páginas del libro como parte de un cuadro. Era artista la chica. Así que justo en la apertura de la exposición, tres miembros del CREE la abordaron en la galería. Le entregaron el interdicto y la citaron. Se llevaron el cuadro también. El juez dictaminó la sentencia tan pronto como los miembros del comité expusieron los hechos. Además se le acusaba por llevar emblemas paganos en la piel según establece el Código Legal Judiomesianico. Tuvo que hacerse miembro de la iglesia de su predilección y evidenciar su presencia en los cultos por un periodo de tres años. La chica escogió los adventistas del séptimo día porque trabajaba la barra los sábados en la noche. Así podría justificar dormir los domingos hasta tarde. Era en los años en los que el CREE era una joven institución de sanidad. No estaban tan bien organizados. El Capitolio se lo cedieron unos años después, cuando ya habían crecido.
Para cuando intervinieron conmigo la cosa estaba mejor establecida. La campaña mediática, los Jefes de Tribu, los jueces los sacerdotes, levitas, rabís de caso, apóstoles regionales, adoradores de campo, diáconos de comunidad. Cada iglesia debía rendir informes acerca de sus esfuerzos particulares por propiciar y mantener un clima espiritual sano en sus respectivas comunidades. Pensándolo bien, así deben haber llegado a mí. La vecina del 14 era una viuda muy activa que se aferró al CREE porque su esposo fue diagnosticado con Parkinson y un día después de un culto en su casa, dejo de temblar. Desde entonces era promotora incansable del Código de Conducta Judeomesianico.
El CREE llega en grupos más grandes ahora. El día que intervinieron conmigo yo conté siete personas. Después me enteré que siempre van siete porque es el número divino. Si la intervención es grande, el comando aumenta en múltiplos de 7. Como la vez que entraron en aquel putero de Santurce. Eran 72. Se llevaron 6 putas y 66 clientes. Dos eran jueces del mismo CREE. A la ley y al testimonio.
La verdad ese día me había levantado por el lado izquierdo. No sonó la alarma. No había agua. Ya estaba tarde para el trabajo cuando recordé que debía imprimir unos documentos antes para llevarlos al correo. El ordenador se frisó. Fue entonces que se agotó mi paciencia y grité con fuerza, con ganas. De la abundancia del corazón habla la boca. Hasta ese día pensaba que el CREE era un invento de la gente o un par de fanáticos con deseos de importunar. Pero están entrenados. Tienen uniformes, tácticas, insignias, códigos. Algo escuche de Alpha y Omega. Armagedón. Operación Daniel y los leones. Romper el Arca...
Los uniformados entraron por la fuerza. Eran 4. Me pusieron de rodillas con el rostro en el suelo. Yo estaba desnudo como David cuando danzó en el templo. A pesar de lo invasivo de su intervención, fueron corteses dentro de lo posible. Uno de ellos fue hasta la entrada y le abrió a otras tres personas. Cuatro y tres son siete. Una mujer y dos hombres. La mujer se arrodilló junto a mí. Puso el rostro en el suelo igual que yo. A la misma distancia de mis ojos me preguntó que si sabía quiénes eran y porqué estaban allí. Le pedí que me pusieran de pie, que tenía problemas en la espalda. - Bienaventurados los que sufren, porque ellos serán consolados- dijo una voz desde arriba. Se dobló para presentarse. -Soy Pablo. Apóstol local para el CREE. Quise venir personalmente a intervenir contigo. Por lo regular se encargan los diáconos pero el tuyo era un caso bastante mencionado. Ella será tu Rabí, me explicó señalando a la apacible joven.
¿Sabes lo que hiciste?-
-Sí, me cagué en la hostia, que en mi fragmentada construcción moral no tiene ninguna jurisprudencia.-
Todos hicieron silencio y, como autómatas, los que estaban de pie cayeron de rodillas. Les escuché susurrar apenas unas palabras, casi mantras. Entonces todos se levantaron e hicieron lo mismo conmigo.
La mujer, que por cierto era hermosa, haló una silla del comedor y me la ofreció. Mariana Cruz, se llamaba. Nos teníamos que ver todas las semanas. Mujer virtuosa, ¿quien la hallará? Comenzó a explicarme los pormenores de la intervención.
-El CREE es un comando especial, la representación ciudadana de una comisión conjunta de esfuerzos para salvar a DIOS. Si no existimos DIOS se desintegra y si DIOS se desintegra, la tierra, como la conocemos deja de existir. El CREE existe para mantener el balance del Universo. Nuestros esfuerzos mantienen el ejercicio de la fe activo y de esta manera aseguramos la persistencia cósmica de DIOS. Verás. DIOS es una fuerza sostenida por el ejercicio humano de la FE. A más Fe, más DIOS y viceversa. Nuestras intervenciones sirven para asegurar el equilibrio porque DIOS sin el hombre, se desvanece. Sé que no entiendes ahora, pero en la medida en que asistas a las reuniones semanales iras atando cabos. No vas a ir preso. Solo estamos aquí para asegurarnos que cumplas con tu porción de FE. Conocerás la verdad y esta te hará libre.
El tercer hombre nunca se presentó. Anónimo. Básicamente oraba. Se mantenía con los ojos cerrados casi todo el tiempo. Apenas daba dos pasos y se detenía otra vez. Volvía a cerrarlos. Sé que oraba porque movía los labios pero decía Amén con fuerza. Luego supe que era un adorador de campo. Tienen uno de ellos en cada intervención y que el mío era el más diestro.
Como a la bartender, a mí también me dejaron un interdicto. Me echaron 4 años y un semestre de clases bíblicas en el Instituto Teológico que por supuesto paga el CREE. Hace un mes que terminé mi tiempo. Escogí una congregación metodista porque no me gusta el alboroto ni eso de las lenguas. He seguido asistiendo a la congregación porque me gusta. Mariana va de vez en cuando. Además se come bien después del culto. Hoy el pastor habló de la visión de los huesos secos. Después del almuerzo me dio por una cerveza. Espero que DIOS no se afecte tanto por eso. Es que hace un calor profético. Me pregunto si el CREE está consciente de eso. Del calor que es cada vez más imposible. Y la ola criminal. Tal vez por eso lo hacen, lo de irrumpir en la vida de la gente y ponerlos de rodillas.
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